Debido al mejor sacerdocio y al mejor convenio se establece una mejor adoración. Primero, se describe el santuario. Cristo se presenta como Aquel que ha entrado en un Tabernáculo más grande a través de un servicio mayor. Su entrada al Lugar Santo es "una vez para siempre", porque Él ha tratado con el pecado para siempre.

Se enfatiza la superioridad del sacrificio, porque es capaz de "limpiar la conciencia de obras muertas para servir al Dios vivo". Las palabras utilizadas aquí para describir el misterio central de la redención son fascinantes. Cristo es visto sugestivamente como Sacerdote y Sacrificio. Se ofreció a sí mismo: "por el Espíritu eterno".

Sobre la base de este gran sacrificio, el nuevo sacerdote había entrado en el Lugar Santo. Un testamento o un pacto siempre se vuelve operativo a través de la muerte. Moisés había iniciado el servicio del tabernáculo antiguo mediante el derramamiento de sangre. Así que Cristo, "una vez al fin de los tiempos", habiendo "quitado el pecado mediante el sacrificio de sí mismo", inició un nuevo pacto de vida a través del portal de la muerte.

El pensamiento preeminente en esta sección es que ahora en el sacerdocio de Cristo se proporciona un lugar de adoración, no localizado e ilimitado. Dondequiera que se encuentre el alma que vendrá a Dios a través de Él, allí estará Él como Sacerdote, con el valor de Su propio sacrificio, proporcionando redención y aceptación; y, además, habiendo agotado el juicio en el proceso de Su muerte, se esconde del juicio venidero a todos los que confían en Él, cambiando el pavor de ese terrible acto en la gloriosa esperanza de Su propia segunda aparición.

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