'Ahora bien, esto digo, hermanos, que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios. La corrupción tampoco hereda la incorrupción.

Luego enfatiza que la carne y la sangre, nuestro cuerpo terrenal tal como es, no puede heredar la Regla Real de Dios en su forma celestial, no puede entrar a la presencia de Dios tal como es. Lo que es corruptible y decadente, no puede heredar una vida incorruptible. Por lo tanto, será necesario que haya una gran transformación a través de la resurrección. Pero esta necesidad de transformación también incluye a los que vivan cuando Cristo venga. Ellos tampoco pueden tomarse como son. Ellos también deben ser transformados.

Entonces, ¿qué producirá este cambio que significa que los cristianos terrenales pueden heredar su reino celestial? Es por el hecho de que sus cuerpos se vuelven espirituales y celestiales, incorruptibles, por el poder de Dios. Ya no serán de carne y hueso. Serán celestiales.

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