"En verdad les digo que si un hombre cumple mi palabra, nunca verá la muerte".

El hecho que debían reconocer era que sus palabras ofrecían vida. Aquellos que respondieran plenamente a ellos nunca morirían. Jesús, por supuesto, estaba hablando de la muerte eterna. El camino a la vida eterna, les estaba diciendo, era estudiar las palabras de Jesús, recibir la verdad acerca de Él, creer en Él y responderle, y luego obedecer Su enseñanza. Los fariseos enseñaron que la vida eterna se podía obtener mediante un estudio constante de las palabras de Moisés y un esfuerzo decidido por obedecerlas tal como las expusieron los rabinos, lo que demostraba su participación en el pacto de Dios. Jesús ahora estaba reemplazando a Moisés y se estaba poniendo en su lugar.

Los judaizantes, probablemente principalmente fariseos, o no podían entender, o probablemente preferían no entender. Prefirieron tomar sus palabras literalmente.

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