Y él dijo: Varones hermanos y padres, oíd; El Dios de gloria se apareció a nuestro padre Abraham, cuando estaba en Mesopotamia, antes de morar en Charrán,

Ver. 2. El Dios de gloria ] Ante quien serafines (esas salamandras celestiales) batirán sus dos alas, como un pañuelo doble, en sus rostros, como no capaces de soportar su resplandor, Isaías 6:2 ; o como los hombres suelen llevarse las manos a los ojos, en un repentino relámpago. Sol reliqua sidera occultat, quibus et lumen suum faenerat, dice Plinio, ii. 6.

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