12-26 Cristo y su iglesia forman un solo cuerpo, como cabeza y miembros. Los cristianos se convierten en miembros de este cuerpo por el bautismo. El rito externo es de institución divina; es una señal del nuevo nacimiento, y por eso se le llama el lavado de la regeneración, Tito 3:5. Pero es por el Espíritu, sólo por la renovación del Espíritu Santo, que somos hechos miembros del cuerpo de Cristo. Y por la comunión con Cristo en la cena del Señor, somos fortalecidos, no por beber el vino, sino por beber en un solo Espíritu. Cada miembro tiene su forma, su lugar y su uso. El más insignificante forma parte del cuerpo. Debe haber una distinción de miembros en el cuerpo. Así que los miembros de Cristo tienen diferentes poderes y diferentes lugares. Debemos cumplir con los deberes de nuestro propio lugar, y no murmurar, ni reñir con los demás. Todos los miembros del cuerpo son útiles y necesarios los unos para los otros. No hay ningún miembro del cuerpo de Cristo que no pueda y deba ser útil a sus compañeros. Como en el cuerpo natural del hombre, los miembros deben estar estrechamente unidos por los más fuertes lazos de amor; el bien del conjunto debe ser el objetivo de todos. Todos los cristianos dependen unos de otros; cada uno debe esperar y recibir ayuda de los demás. Tengamos, pues, más espíritu de unión en nuestra religión.

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