17-24 Las reglas del cristianismo alcanzan todas las condiciones; y en cada estado un hombre puede vivir de manera que sea un crédito para él. Es el deber de todo cristiano estar contento con su suerte, y conducirse en su rango y lugar como corresponde a un cristiano. Nuestra comodidad y felicidad dependen de lo que somos para Cristo, no de lo que somos en el mundo. Ningún hombre debe pensar en hacer de su fe o religión un argumento para romper cualquier obligación natural o civil. Debe permanecer tranquila y satisfecha en la condición en la que ha sido colocada por la Divina Providencia.

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