12-14 Aunque, como pecador, el apóstol sólo podía regocijarse y gloriarse en Cristo Jesús, sin embargo, como creyente, podía regocijarse y gloriarse de ser realmente lo que profesaba. La conciencia da testimonio del curso y el tenor constantes de la vida. De este modo podemos juzgarnos a nosotros mismos, y no por este o aquel acto individual. Nuestra conversación será bien ordenada, cuando vivamos y actuemos bajo tal principio de gracia en el corazón. Teniendo esto, podemos dejar nuestros caracteres en manos del Señor, pero usando los medios apropiados para limpiarlos, cuando el crédito del evangelio, o nuestra utilidad, lo requieran.

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