13-18 La gracia de la fe es un remedio eficaz contra el desmayo en tiempos de angustia. Sabían que Cristo había resucitado, y que su resurrección era una garantía y seguridad para ellos. La esperanza de esta resurrección nos animará en un día de sufrimiento, y nos pondrá por encima del temor a la muerte. Además, sus sufrimientos eran para beneficio de la iglesia y para la gloria de Dios. Los sufrimientos de los ministros de Cristo, así como su predicación y conversación, son para el bien de la iglesia y la gloria de Dios. La perspectiva de la vida y la felicidad eternas era su apoyo y su consuelo. Lo que el sentido estaba dispuesto a pronunciar como pesado y largo, penoso y tedioso, la fe lo percibía como ligero y corto, y sólo por un momento. El peso de todas las aflicciones temporales era la ligereza misma, mientras que la gloria venidera era una sustancia, pesada y duradera más allá de toda descripción. Si el apóstol pudo calificar de ligeras sus pesadas y prolongadas pruebas, y sólo por un momento, ¡qué serán nuestras insignificantes dificultades! La fe permite hacer este juicio correcto de las cosas. Hay cosas que no se ven, así como cosas que se ven. Y hay una gran diferencia entre ellas: las cosas que no se ven son eternas, las cosas que se ven son temporales, o sólo temporales. Dejemos, pues, de mirar las cosas que se ven; dejemos de buscar ventajas mundanas, o de temer las angustias presentes. Procuremos que nuestra felicidad futura sea segura.

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