26-28 Observa la descripción de la santidad personal de Cristo. Está libre de todo hábito o principio de pecado, no tiene la menor disposición a ello en su naturaleza. No hay pecado en él, ni la más mínima inclinación pecaminosa, aunque la haya en el mejor de los cristianos. Es inofensivo, libre de toda transgresión real; no hizo violencia, ni hubo engaño en su boca. Es inmaculado. Es difícil mantenernos puros, para no participar en la culpa de los pecados de otros hombres. Pero no hay que desanimar a nadie que se acerque a Dios en el nombre de su amado Hijo. Que tengan la seguridad de que los librará en el tiempo de prueba y sufrimiento, en el tiempo de prosperidad, en la hora de la muerte y en el día del juicio.

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