12-18 Obsérvese la diferencia en la forma de obrar los milagros. Nuestro Señor siempre habló como si tuviera un poder omnipotente, nunca dudó en recibir los mayores honores que se le concedían a causa de sus milagros divinos. Pero los apóstoles se referían a su Señor, y se negaban a recibir cualquier honor, excepto como sus inmerecidos instrumentos. Esto demuestra que Jesús era uno con el Padre, y co-igual con Él; mientras que los apóstoles sabían que eran hombres débiles y pecadores, y que dependían para todo de Jesús, cuyo poder efectuaba la cura. Los hombres útiles deben ser muy humildes. No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre, da la gloria. Toda corona debe ser arrojada a los pies de Cristo. El apóstol mostró a los judíos la grandeza de su crimen, pero no quiso enfurecerlos ni llevarlos a la desesperación. Ciertamente, los que rechazan, desechan o niegan a Cristo, lo hacen por ignorancia; pero esto no puede ser en ningún caso una excusa.

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