26-40 A Felipe se le indicó que fuera a un desierto. A veces Dios abre una puerta de oportunidad a sus ministros en lugares muy improbables. Deberíamos estudiar para hacer el bien a aquellos con los que nos relacionamos al viajar. No debemos ser tan tímidos con todos los extraños como algunos parecen serlo. En cuanto a aquellos de los que no sabemos nada más, sabemos que tienen alma. Es sabio que los hombres de negocios reduzcan el tiempo a los deberes sagrados; que ocupen cada minuto con algo que les resulte provechoso. Al leer la palabra de Dios, deberíamos detenernos a menudo para preguntar de quién y de qué hablaron los escritores sagrados; pero especialmente nuestros pensamientos deberían emplearse en el Redentor. El etíope fue convencido por la enseñanza del Espíritu Santo, del exacto cumplimiento de la Escritura, se le hizo comprender la naturaleza del reino y la salvación del Mesías, y deseó ser contado entre los discípulos de Cristo. Los que buscan la verdad, y emplean su tiempo en escudriñar las Escrituras, estarán seguros de cosechar ventajas. La declaración del etíope debe entenderse como una expresión de simple confianza en Cristo para la salvación, y una devoción sin reservas a él. No estemos satisfechos hasta que obtengamos la fe, como lo hizo el etíope, mediante el estudio diligente de las Sagradas Escrituras y la enseñanza del Espíritu de Dios; no estemos satisfechos hasta que la fijemos como un principio en nuestros corazones. Tan pronto como fue bautizado, el Espíritu de Dios apartó a Felipe de él, de modo que no lo vio más; pero esto tendió a confirmar su fe. Cuando el buscador de la salvación conoce a Jesús y su evangelio, sigue su camino con alegría, y ocupa su puesto en la sociedad, y cumple con sus deberes, por otros motivos y de otra manera que antes. Aunque sea bautizado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, con agua, no es suficiente sin el bautismo del Espíritu Santo. Señor, concede esto a cada uno de nosotros; entonces seguiremos nuestro camino con alegría.

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