12-22 La primera obra pública en la que encontramos a Cristo fue la de expulsar del templo a los comerciantes a quienes los codiciosos sacerdotes y gobernantes alentaban a hacer de sus atrios un mercado. Aquellos que ahora hacen de la casa de Dios una casa de comercio, cuyas mentes están llenas de preocupaciones por los negocios mundanos cuando asisten a los ejercicios religiosos, o que realizan los oficios divinos por amor a la ganancia. Cristo, después de haber limpiado el templo, dio una señal a los que lo exigían, para demostrar su autoridad para hacerlo. Predice su muerte por la malicia de los judíos: Destruid este templo; yo os permitiré destruirlo. Predice su resurrección por su propio poder: En tres días lo levantaré. Cristo volvió a tomar su propia vida. Los hombres se equivocan al entender que según la letra, que la Escritura habla por medio de la figura. Cuando Jesús resucitó de entre los muertos, sus discípulos recordaron que había dicho esto. Ayuda mucho a comprender la palabra divina, observar el cumplimiento de las Escrituras.

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