1-5 Estando a punto de discutir el rechazo de los judíos y el llamamiento de los gentiles, y de mostrar que el conjunto concuerda con el soberano amor electivo de Dios, el apóstol expresa con fuerza su afecto por su pueblo. Apela solemnemente a Cristo; y su conciencia, iluminada y dirigida por el Espíritu Santo, da testimonio de su sinceridad. Se sometería a ser tratado como "maldito", a ser deshonrado, crucificado; e incluso a estar por un tiempo en el más profundo horror y angustia; si pudiera rescatar a su nación de la destrucción que estaba a punto de venir sobre ellos por su obstinada incredulidad. Ser insensible a la condición eterna de nuestros semejantes, es contrario tanto al amor requerido por la ley, como a la misericordia del evangelio. Habían sido durante mucho tiempo adoradores declarados de Jehová. La ley, y el pacto nacional que se basaba en ella, les pertenecían. El culto en el templo era típico de la salvación por el Mesías, y el medio de comunión con Dios. Todas las promesas relativas a Cristo y su salvación les fueron dadas. Él no sólo está por encima de todo, como Mediador, sino que es Dios bendito para siempre.

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