6-13 El rechazo de los judíos por la dispensación del evangelio, no rompió la promesa de Dios a los patriarcas. Las promesas y las amenazas se cumplirán. La gracia no corre en la sangre; ni los beneficios salvadores se encuentran siempre con los privilegios externos de la iglesia. No sólo algunos de la descendencia de Abraham fueron elegidos, y otros no, sino que Dios obró en ello según el consejo de su propia voluntad. Dios previó que tanto Esaú como Jacob nacieron en pecado, por naturaleza hijos de la ira al igual que los demás. Si se les hubiera dejado solos, habrían continuado en el pecado durante toda la vida; pero por razones sabias y santas, que no se nos han dado a conocer, se propuso cambiar el corazón de Jacob y dejar a Esaú en su perversidad. Este caso de Esaú y Jacob arroja luz sobre la conducta divina hacia la raza humana caída. Toda la Escritura muestra la diferencia entre el cristiano profeso y el verdadero creyente. Se conceden privilegios externos a muchos que no son hijos de Dios. Sin embargo, hay un estímulo total para el uso diligente de los medios de gracia que Dios ha designado.

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