En verdad, el hombre no debe cubrirse la cabeza, porque es la imagen de Dios: en el dominio que ejerce sobre la creación, que representa el dominio supremo de Dios, que es su gloria. Pero la mujer es sólo una cuestión de gloria para el hombre, quien tiene un dominio apropiado sobre ella. Por tanto, no debería aparecer, sino con la cabeza velada, como un reconocimiento tácito de ello.

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