Con poder: perforar el corazón mismo con un sentimiento de pecado y convencerlo profundamente de su falta de un Salvador de la culpa, la miseria y la ruina eterna. Con el Espíritu Santo - Dando un testimonio externo, por milagros, de la verdad de lo que predicamos y ustedes sintieron: también por su descenso por medio de la imposición de manos. Con mucha certeza - Literalmente, con plena certeza, y mucha de ella: el Espíritu dando testimonio al derramar el amor de Dios en sus corazones, que es el testimonio más alto que se puede dar.

Y estas señales, si no los dones milagrosos, siempre acompañan a la predicación del evangelio, a menos que sea en vano: ni las operaciones extraordinarias del Espíritu Santo nunca se retienen por completo, donde el evangelio se predica con poder, y los hombres están vivos para Dios. Por su bien: buscando su ventaja, no la nuestra.

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