Para nuestra exhortación, es decir, nuestra predicación. Una parte se pone por el todo. No es, en ningún momento, un engaño - No predicamos una mentira, sino la verdad de Dios. Ni de inmundicia - Con cualquier punto de vista profano o egoísta. Esta expresión no siempre es apropiada para la lujuria, aunque a veces se aplica enfáticamente a ella. Ni con engaño, sino con gran franqueza de habla.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad