Porque nuestra exhortación no fue por engaño, ni por inmundicia, ni por engaño;

Ver. 3. No fue de engaño, ni, etc. ] Ni con fines de lucro, placer ni preferencia (la trinidad del mundano). Un ministro, como no debería tener nada que perder, tampoco debería tener nada que conseguir, pero debería estar por encima de todo precio o venta. Tiene un espíritu demasiado impotente, cuyos servicios, como el dial, sólo deben ser puestos por el sol del amor propio. La verdadera gracia es de una naturaleza sumamente masculina, despreocupada y noble, y no remite nada de su diligencia ni por temor a fruncir el ceño ni por esperar una recompensa.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad