A Jesús, el mediador, por medio de quien habían sido perfeccionados. Y a la sangre rociada, a toda la virtud de su preciosa sangre derramada por vosotros, por la cual sois rociados de una mala conciencia. Esta sangre rociada fue el fundamento del oficio mediador de nuestro Señor. Aquí la gradación está en el punto más alto. Que habla mejores cosas que las de Abel, que clama venganza.

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