Bienaventurados aquellos cuyos pecados están cubiertos con el velo de la misericordia divina. Si en verdad existe tal cosa como la felicidad en la tierra, es la porción de ese hombre cuyas iniquidades son perdonadas y que disfruta de la manifestación de ese perdón. Bien pueda soportar todas las aflicciones de la vida con alegría y contemplar la muerte con consuelo. ¡Oh, no luchemos contra ella, sino oremos fervientemente para que esta felicidad sea nuestra! Salmo 32:1 .

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