Se levantó y dijo.

Como estaban decididos a no ser frustrados, insistieron en la pregunta: "¿Qué dices?" hasta que se levantó, los miró con. mirada que parecía traspasar sus corazones, y desvelar sus pensamientos y vidas, y luego dijo: "El que de vosotros esté sin pecado, que tire la primera piedra". Sabían que sus vidas eran conocidas; que los vio contaminados con pensamientos y hechos impuros; sin embargo, su respuesta ordena al que está libre de pecado entre ellos que dé un paso al frente y, de acuerdo con la ley de Moisés, arroje la primera piedra al pobre pecador agonizante, avergonzado y avergonzado que se acobardó ante ellos.

La respuesta fue como. rayo. No afirmó nada, sino que los arrojó de vuelta a sus propios corazones y les ordenó que así lo decidieran. Les dijo: "Eres inexcusable, hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; porque en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo: porque tú que juzgas haces las mismas cosas".

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