El que está sin pecado entre vosotros, etc.— Aludiendo a la ley, Deuteronomio 17:7 que ordenaba que las manos de los testigos, por cuyo testimonio se condenara a un idólatra, fueran primero sobre él, y después las manos de todos los personas. Aprendemos del Mischna, que la primera piedra, que generalmente era grande y fatal, siempre la arrojaba el testigo que había sido fundamental para la condena de una persona.

Es evidente que los acusadores demostraron una gran parcialidad, al aprehender solamente a la mujer, y no al hombre también, cuando la ley condenó a ambos; y debieron haber favorecido su fuga, ya que se dice que ambos fueron tomados en el hecho. Sin embargo, es evidente que el conocimiento certero de nuestro Señor de cuál sería el efecto, de inmediato vindicó la sabiduría de haber puesto el asunto sobre este asunto y lo liberó de la trampa que estaba tendida para él.

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