VERSO 24. Por tanto, la ley fue nuestro ayo para llevarnos a Cristo.

Este símil del maestro de escuela es llamativo. Los maestros de escuela son indispensables. Pero muéstrame un alumno que ame a su maestro. Cuán poco amor se pierde por ellos los judíos mostraron por su actitud hacia Moisés. Habrían estado felices de apedrear a Moisés hasta la muerte. ( Éxodo 17:4 ). No se puede esperar otra cosa. ¿Cómo puede un alumno amar a un maestro que frustra sus deseos? Y si el alumno desobedece, el maestro de escuela lo azota, y el alumno tiene que gustarle y hasta besar la vara con que fue golpeado.

¿Crees que el colegial se siente bien al respecto? Tan pronto como el maestro le da la espalda, el alumno rompe la vara y la arroja al fuego. Y si fuera más fuerte que el maestro, no recibiría los golpes, sino que golpearía al maestro. De todos modos, los maestros son indispensables, de lo contrario los niños crecerían sin disciplina, instrucción y entrenamiento.

VERSO 24. Para que seamos justificados por la fe.

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