29. Para nuestro Dios, etc. Como antes nos había presentado amablemente la gracia de Dios, ahora da a conocer su severidad; y parece haber tomado prestada esta oración del Deuteronomio 4:24 de Deuteronomio. Así vemos que Dios no omite nada por lo cual nos pueda atraer a sí mismo; él comienza de hecho con amor y bondad, para que podamos seguirlo con más gusto; pero cuando al seducir produce muy poco, nos aterroriza.

Y sin duda es conveniente que la gracia de Dios nunca nos sea prometida sin estar acompañada de amenazas; porque somos extremadamente propensos a consentirnos, que sin la aplicación de estos estimulantes la doctrina más leve resultaría ineficaz. Entonces el Señor, como él es propicio y misericordioso con los que le temen por mil generaciones; así que es un Dios celoso y un vengador justo, cuando es despreciado, hasta la tercera y la cuarta generación. (274)

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