48. ¿De dónde sabes? Aunque Cristo no tenía la intención de halagarlo, deseaba ser escuchado por él, a fin de formular una nueva pregunta, por la respuesta a la cual demostraría ser el Hijo de Dios. Tampoco es sin una buena razón que Natanael pregunta de dónde lo conoció Cristo; porque encontrarse con un hombre de tal honestidad como para liberarse de todo engaño es un caso poco común, y conocer esa pureza de corazón pertenece solo a Dios. La respuesta de Cristo, sin embargo, parece ser inapropiada; porque aunque vio a Natanael debajo de la higuera, de esto no se deduce que pudiera penetrar en los profundos secretos del corazón. Pero hay otra razón; porque como le pertenece a Dios conocer a los hombres cuando no son vistos, también le pertenece a Él ver lo que no es visible a los ojos. Como Natanael sabía que Cristo no lo veía a la manera de los hombres, pero por una mirada verdaderamente divina, esto podría llevarlo a concluir que Cristo ahora no hablaba como un hombre. La prueba, por lo tanto, se toma de cosas que son de la misma clase; porque no menos le pertenece a Dios ver lo que hay más allá de nuestra vista que juzgar acerca de la pureza de corazón. También debemos recoger de este pasaje una doctrina útil, que cuando no estamos pensando en Cristo, somos observados por él; y es necesario que sea así, para que nos pueda traer de vuelta, cuando nos hemos desviado del camino correcto.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad