7. Sin embargo, te digo la verdad. Para que ya no deseen tenerlo presente ante sus ojos, testifica que su ausencia será ventajosa y hace uso de una especie de juramento; porque somos carnales, y en consecuencia nada es más difícil que arrancar de nuestras mentes esta inclinación tonta, por la cual intentamos atraer a Cristo del cielo hacia nosotros. Explica dónde radica la ventaja, al decir que el Espíritu Santo no se les podría dar, si no dejara el mundo. Pero mucho más ventajoso y mucho más deseable es esa presencia de Cristo, mediante la cual se nos comunica a través de la gracia y el poder de su Espíritu, que si estuviera presente ante nuestros ojos. Y aquí no debemos hacer la pregunta: "¿No podría Cristo haber atraído al Espíritu Santo mientras vivía en la tierra?" Porque Cristo da por sentado todo lo que había sido decretado por el Padre y, de hecho, cuando el Señor ha señalado una vez lo que desea que se haga, disputar sobre lo que es posible sería una tontería y un pernicio.

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