20. Estas palabras hablaron a Jesús en el tesoro. El tesoro era parte del templo donde se guardaban las ofrendas sagradas. Era un lugar muy frecuentado, y por lo tanto inferimos que este sermón fue entregado por Cristo en medio de una gran asamblea de hombres, para que la gente tuviera menos excusas. Del mismo modo, el Evangelista nos muestra el asombroso poder de Dios a este respecto, que estaban obligados a soportar a Cristo enseñando abiertamente en el templo, aunque últimamente intentaron apoderarse de él y matarlo. Porque desde que mantuvieron una influencia indiscutible en el templo, de modo que gobernaron allí con la ferocidad de los tiranos, podrían haber desterrado a Cristo de una sola palabra. Y cuando se aventuró a asumir la oficina de un maestro, ¿por qué no le ponen manos violentas al instante? Vemos entonces que Dios hizo que los hombres lo oyeran, y lo protegió con su protección, para que esas bestias salvajes no lo tocaran, aunque tenían las gargantas abiertas para tragárselo. (221) El Evangelista nuevamente menciona su hora, para que podamos aprender que no es por la voluntad de los hombres, sino por la voluntad de Dios, que vivamos y muere.

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