versión 7. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de corrección. Por espíritu aquí puede entenderse el Espíritu de Dios obrando de cierta manera en nosotros, o nuestro propio espíritu como obrado y formado por Dios; prácticamente, viene a ser lo mismo, ya que de cualquier manera el don es de Dios, obtenido por comunión directa con Su Espíritu. Pero dicho como algo que, al menos hipotéticamente, podría tomar una dirección tanto incorrecta como correcta, se presenta de manera más natural a nuestra vista en el aspecto subjetivo y concreto como la disposición o temperamento espiritual inculcado que, por el Espíritu de Dios. Dios nos confirió como ministros de la palabra, fuimos inmediatamente llamados y capacitados para ejercer.

Ahora bien, como tal no era, dice el apóstol, el espíritu de cobardía (δειλίας, más que φόβου, miedo , que es capaz tanto de un buen como de un mal sentido) tal que nos dispusiera a rehuir el cumplimiento del deber. cuando se vuelve molesto, o comprometer nuestros principios cuando es peligroso mantenerlos. No es este el espíritu con el que fuimos dotados por Dios (como en Romanos 8:15 se niega que sea el espíritu δουλείας, de servidumbre), sino de poder, para sobrellevar varonilmente las pruebas y dificultades, para mantenernos firmes cuando otros están listos para ceder y ceder; y el amor, que no busca lo suyo propio, sino el bien de los demás y la gloria de Dios, aun a expensas de lo que le es personalmente querido y amable;y corrección.

Con respecto a esta última expresión, σωφρονισμός, es quizás imposible obtener una palabra en inglés que corresponda exactamente con el original. Nuestros traductores lo han interpretado en su sano juicio, siguiendo sustancialmente a Beza, sanitatis animi; la Vulga. y Erasmo tienen sobrietatis , no muy diferente, pero dando la importancia de σωφροσύνη en lugar de σωφρονισμός: para el último, como señala Suicer, Thes .

ii. pags. 1224, “expresa la autoridad que amonesta y refrena a los que andan desordenadamente, y se opone a la cobardía”; de modo que este espíritu se muestra en una capacidad para controlar lo que, ya sea por movimientos corruptos desde adentro, o por amenazas y seducciones desde afuera, nos llevaría a caminos necios y perversos: es el poder del control autoritario y la moderación sabia, que si pero tenemos en medida suficiente, no nos doblegaremos débilmente a las circunstancias adversas, sino que haremos que éstas se dobleguen a nosotros.

Esto coincide, al menos en parte, con una de las explicaciones de Crisóstomo; y Teodoreto da el sentido del todo así: “Dios nos ha dado la gracia de su Santísimo Espíritu, no para que temamos los peligros que acechan a la piedad, sino para que, llenos del poder divino, podamos amarlo ardientemente y reprimir el desorden de los afectos que nos agitan”; como también, se debería haber agregado, podría reprender las falsas conformidades y el comportamiento desordenado que prevalecen a nuestro alrededor. De ahí que la palabra, en tiempos posteriores, llegó a aplicarse a las censuras eclesiásticas; ver en Suicer.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento

Nuevo Testamento