Hasta aquí el apóstol ha estado argumentando a partir del paralelo entre la posición subordinada que el principio cristiano atribuye a la mujer ( 1 Corintios 11:3 ), y la posición receptiva del hombre en relación con Cristo, y de Cristo mismo en relación con Dios. Ahora muestra que la conclusión que ha sacado de esta doble analogía es confirmada por el modo de creación de la mujer.

Pues a los ojos del apóstol el reino de la naturaleza no procede de otro Dios que el de la gracia. Por el contrario, es en la esfera de la redención donde los pensamientos divinos, que sólo se esbozan en el reino de la naturaleza, alcanzan la perfección.

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