Y como hemos dado la imagen de lo terrenal - Como nuestro primer padre, somos frágiles, decayendo, muriendo; ya que estamos tan estrechamente conectados con él como para ser como él. Esto no se refiere, principalmente, a uno que tenga su carácter moral, sino al hecho de que, como él, estamos sujetos a enfermedades, fragilidad, tristeza y muerte.

También llevaremos la imagen del celestial - El Señor Jesucristo, que era del cielo y que está en el cielo. Como estamos tan estrechamente conectados con Adán que nos parecemos a él. así, por el arreglo divino y por la fe en el Señor Jesús, estamos tan estrechamente conectados con él que nos pareceremos a él en el cielo. Y como ahora está libre de fragilidad, enfermedad. dolor, tristeza y muerte, y como él tiene un cuerpo puro y espiritual, adaptado a una residencia en el cielo, así estaremos en ese mundo futuro. El argumento aquí es que la conexión que se forma entre el creyente y el Salvador es tan cercana como la que subsistió entre él y Adán; y como esa conexión con Adán implicaba la certeza de que sería sometido a dolor, pecado, enfermedad y muerte, la conexión con Cristo implica la certeza de que le agradará que esté libre de pecado, enfermedad, dolor y muerte, y como él tendrá un cuerpo puro, incorruptible e inmortal.

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