Porque incluso cuando estuvimos contigo, esto te lo ordenamos - Parecería de esto que el mal del cual se queja el apóstol aquí había comenzado a operar incluso cuando él Estaba con ellos. Había quienes estaban dispuestos a estar ociosos, y que necesitaban el solemne mandato de un apóstol para inducirlos a trabajar.

Que si alguno no funciona, tampoco debe comer - Es decir, a expensas del público. No deben ser apoyados por la iglesia. Esta era una máxima entre los judíos (ver Wetstein, en loc.), Y el mismo sentimiento se puede encontrar en Homero, Demóstenes y Pitágoras; ver Grocio, en loc. La máxima se basa en la justicia obvia, y está de acuerdo con la gran ley bajo la cual nuestro Creador nos ha colocado; Génesis 3:19. Esa ley, en las circunstancias, era benévola, y debería ser nuestro objetivo llevarla a cabo en referencia a nosotros mismos y a los demás. La ley aquí establecida por el apóstol se extiende a todos los que pueden trabajar para ganarse la vida, y que no lo harán, y nos obliga a no contribuir a su apoyo si no trabajan para ello. Debe considerarse que se extiende:

(1) A los miembros de una iglesia, quienes, aunque pobres, no deberían ser apoyados por sus hermanos, a menos que estén dispuestos a trabajar de cualquier manera que puedan para su propio mantenimiento.

(2) A aquellos que ruegan de puerta en puerta, que nunca deberían ser asistidos a menos que estén dispuestos a hacer todo lo que puedan por su propio apoyo. Nadie puede ser justificado para ayudar a un hombre perezoso. En ninguna circunstancia posible debemos contribuir a fomentar la indolencia. Un hombre también podría ayudar a mantener el vicio abierto.

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