Hasta cierto - Sobre algunos.

Que confiaron en sí mismos - Quienes confiaron en sí mismos, o quienes supusieron que eran justos. No confiaron en Dios o en el Mesías para justicia, sino en sus propias obras. En vano supusieron que habían cumplido con las exigencias de la ley de Dios.

Otros despreciados - Otros que no eran tan justos externamente como ellos mismos. Este era el personaje de los fariseos. Confiaban en su conformidad externa a las ceremonias de la ley. Consideraron a todos los que no hicieron eso como pecadores. Esto, además, es el verdadero carácter de la justicia propia. Los hombres de ese sello siempre desprecian a todos los demás. Piensan que están muy por encima de ellos en santidad, y están dispuestos a decirles: Permaneced solos, porque yo soy más santo que tú, Isaías 65:5. La verdadera religión, por el contrario, es humilde. Quienes confían en la justicia de Cristo sienten que "ellos" son, en sí mismos, pobres, miserables y culpables, y están dispuestos a admitir que otros pueden ser mucho mejores que ellos. Es cierto que no "desprecian" a nadie. Aman a todas las personas; los consideran, por viles que sean, como las criaturas de Dios y como yendo a la eternidad, y están dispuestos a tratarlos bien y ayudarlos en su viaje hacia otro mundo.

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