Porque no sé nada por mí mismo: "Porque aunque bendigo a Dios porque no soy consciente de ningún descuido intencional de mi oficio, o de infidelidad en mi confianza, no soy justificado". Esto parece una insinuación suave, pero muy conmovedora, de que sus oponentes, por más confiados que parezcan en su propia integridad y seguridad, harían bien en prestar más atención a que no fueron impuestos por el engaño de sus propios corazones. Vea a Locke y Doddridge.

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