Para que pueda impartirles algún don espiritual. - Dones que fluyan naturalmente a un cristiano (o a muchos colectivamente) de la presencia personal y la cálida simpatía de otro; en el caso de San Pablo, aumentado en proporción a la riqueza y elevación de su propia conciencia espiritual y vida. Su cabeza y su corazón por igual están llenos a desbordar, y anhela deshacerse e impartir algunas de estas riquezas a los romanos.

En la medida en que considera todo su propio avance y experiencia religiosos como el resultado de la obra del Espíritu dentro de él, llama a los frutos de ese avance y experiencia "dones espirituales". Todos los dones apostólicos, tanto milagrosos como no milagrosos, se incluirían en esta expresión. De hecho, podemos creer que el Apóstol difícilmente trazaría la distinción que hacemos entre los dos tipos. Ambos eran a sus ojos por igual el don directo del Espíritu.

Hasta el fin podéis estar establecidos. - Para que crezcan, se confirmen y se fortalezcan en la fe. Por regla general, el gran derramamiento de dones espirituales se produjo en la primera fundación de una iglesia. San Pablo no fue el fundador de la iglesia en Roma, pero esperaba poder contribuir a su avance y consolidación.

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