Versículo 24. Cristo no entra en el lugar santísimo hecho con las manos... No entra en el lugar santísimo del tabernáculo o del templo , como hace el sumo sacerdote judío una vez al año con la sangre de la víctima, para rociarla ante el propiciatorio allí; sino al cielo mismo , que así ha abierto a todos los creyentes, habiendo hecho la ofrenda propiciatoria por la cual tanto él como aquellos a quienes representa tienen derecho a entrar y disfrutar de la bienaventuranza eterna.

Y por eso podemos considerar que Cristo, apareciendo en su cuerpo crucificado ante el trono, es una verdadera ofrenda de sí mismo a la justicia divina en favor del hombre; y que allí continúa en el constante acto de ser ofrecido, para que todo penitente y creyente, viniendo a Dios por él, encuentre en él su siempre pronto y disponible sacrificio, oficiando como Sumo Sacerdote de la humanidad en la presencia de Dios.

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