Versículo 23. Los modelos de las cosas en los cielos... Es decir: El tabernáculo y todos sus utensilios, servicios, deben ser purificados por estos, a saber: La sangre de los terneros y de los machos cabríos, y la aspersión de la sangre y del agua con el manojo de hisopo atado con lana escarlata. Estos son llamados patrones, υποδειγματα, ejemplares, cosas terrenales, que eran los representantes de las cosas celestiales. Y no hay duda de que todo lo que había en el tabernáculo, sus partes, divisiones, utensilios, ministerio, tal como fue designado por Dios, eran representaciones de asuntos celestiales, pero hasta dónde y de qué manera no podemos ver ahora.

La purificación implica, no sólo la limpieza de la contaminación, sino también la dedicación o consagración. Todos los utensilios empleados en el servicio del tabernáculo eran así purificados aunque incapaces de cualquier contaminación moral.

Pero las cosas celestiales mismas...

1. Algunos piensan que esto significa el cielo mismo, que, al recibir el cuerpo sacrificado de Cristo, que aparece en la presencia de Dios por nosotros, puede decirse que está purificado, es decir, apartado para la recepción de las almas de los que han encontrado la redención en su sangre.

2. Otros piensan que se refiere al cuerpo de Cristo, que es el tabernáculo en el que habitó su Divinidad, y que puede decirse que está purificado por su propio sacrificio, como se dice de él,  Juan 17:19 ,

que se santifica a sí mismo; es decir, que se consagra a Dios como ofrenda por el pecado para la redención del hombre.

3. Otros suponen que se trata de la Iglesia, que él ha de presentar al Padre sin mancha ni arruga ni nada parecido.

4. Como la entrada al lugar santísimo debía hacerse por la aspersión de la sangre del sacrificio, y como ese lugar santísimo representaba el cielo, el significado del apóstol parece ser que no había ni podía haber entrada al lugar santísimo sino por medio de su sangre; y por lo tanto, cuando por un tabernáculo más perfecto, ​​​​​​​ Hebreos 9:11 ; Hebreos 9:12 ,pasó a los cielos, no con la sangre de toros y machos cabríos, sino con su propia sangre, purificó o abrió así la entrada al santísimo, mediante un sacrificio más valioso que los requeridos para abrir la entrada del santísimo. Era, pues, necesario, ya que Dios lo había dispuesto así, que el tabernáculo y sus partes, c., que eran modelos de las cosas en los cielos, fueran consagrados y entraran con los sacrificios ya mencionados, pero el cielo de los cielos en el que entró Jesús, y al que llevará a todos sus fieles seguidores, debe ser propiciado, consagrado y entrar, por el sacrificio infinitamente mejor de su propio cuerpo y sangre. Este es el significado que se desprende del siguiente versículo.

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