(3) ¿No sabéis que los santos juzgarán al mundo? y si el mundo es juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar los asuntos más pequeños?

(3) Él recoge por comparación que los fieles no pueden buscar ser juzgados por infieles, sin gran daño a los santos, ya que Dios mismo hará a los santos jueces del mundo y de los demonios, con su Hijo Cristo. Mucho más deben juzgar estas causas ligeras y finales que pueden ser determinadas por la equidad y la buena conciencia.

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