(10) Te encomiendo delante de Dios, que vivifica todas las cosas, y [delante de] Cristo Jesús, que ante Poncio Pilato dio testimonio de una buena confesión;

(10) Un pedido y un encargo más ferviente, de observar y guardar todas las cosas fielmente, con nuestros ojos puestos en la venida de Jesucristo, cuya gloria tenemos que contrastar con el vano resplandor de este mundo, y su poder con todos los terrores de los malvados.

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