Porque no somos como muchos, que (l) corrompen la palabra de Dios; sino con sinceridad, pero como de Dios, delante de Dios, hablamos en Cristo.

(l) No lo manejamos con astucia y codicia, o con menos sinceridad de lo que deberíamos. Y usa una metáfora, que está tomada de los vendedores ambulantes, que solían jugar a la falsa ramera con todo lo que llegaba a sus manos.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad