Porque no somos como muchos, que corrompen la palabra de Dios, sino con sinceridad, como de Dios, delante de Dios, hablamos en Cristo.

Ver. 17. Que corrompen la palabra ] Gr. καπηλευοντες, que lo trafican, manejándolo con astucia y codicia, no sirviendo al Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres; como esas moscas zanjadoras papistas y nuestros parásitos de la corte, que servían de anteojos falsos, para embellecer las caras malas, y dudaban en no adulterar la leche de la palabra, para daño de las almas de los hombres.

A los ojos de Dios ] Es imposible hablar como en la presencia de Dios, y no con sinceridad; los que no conocen esa "santa hipocresía" que encomendó en Domingo el fundador de los frailes dominicos (Vincent. Belnac. Episc. in hist. Sancti Dom.), a quien solía amonestar, para fingir ser más virtuoso que de hecho lo estaban, cuando vinieron en compañía de los laicos, para que pudieran tener más respeto por ellos mismos y por su doctrina.

Esta fue una de las "profundidades del diablo", τα βαθη του Σατανα, Apocalipsis 2:24 ; para lo cual los ministros fieles de Dios son perfectos extraños.

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