Porque no somos tantos los que adulteramos la palabra de Dios, como esos viticultores (así lo implica la palabra griega) que mezclan sus vinos con licores más bajos. Pero a partir de la sinceridad - Sin mezcla alguna. Pero como de Dios, esto se eleva aún más; transmitiendo su palabra pura, no la nuestra. A los ojos de Dios: a quien consideramos siempre presente y notando cada palabra de nuestra lengua. Hablamos - La lengua es nuestra, pero el poder es de Dios. En Cristo: Palabras que él da, aprueba y bendice.

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