(5) Hermanos, les suplico, sean como yo [soy]; porque yo soy como vosotros: no me habéis ofendido en absoluto.

(5) Él modera y califica aquellas cosas en las que podría haber parecido haber hablado con cierta dureza, muy hábil y divinamente declarando su buena voluntad para con ellos de tal manera, que los gálatas no pudieron sino estar completamente desesperados cuando leyeron estos cosas, o reconozcan su propia falta de firmeza con lágrimas, y deseen perdón.

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