(2) Porque también nosotros mismos fuimos a veces necios, desobedientes, engañados, sirviendo a diversas concupiscencias y placeres, viviendo en la malicia y la envidia, aborreciéndonos y odiándonos unos a otros.

(2) Confirma de nuevo la exhortación anterior al proponer el beneficio gratuito de nuestra regeneración, cuyo símbolo es nuestro bautismo. (Ed.)

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