REFLEXIONES

¡LECTOR! Permítanos que usted y yo, al comenzar la lectura de este Libro inspirado de Dios el Espíritu Santo, primero hagamos una pausa y bendiga al Autor Todopoderoso por dar una porción tan dulce y preciosa de su santa palabra a la Iglesia. ¡Oh! por la gracia, estar siempre pendiente de las huellas de Dios Espíritu, que ha estado desde la primera formación de la Iglesia, hasta la hora presente, velando por ella, regándola en cada momento y guardándola, día y noche.

Y, ¡oh! por gracia, mientras bendecimos a Dios por dar a su Iglesia algunos Apóstoles, y algunos Profetas, y algunos Evangelistas, y algunos Pastores y Maestros, para el perfeccionamiento de los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; tener siempre presente que estos no son más que instrumentos; es el Señor mismo es el Ministro Todopoderoso, que preside su Iglesia: ¡porque todo esto obra que Uno y el mismo Espíritu reparte a cada hombre individualmente como quiera! ¡Señor! de ti, que mi alma busque bendición en las labores de tu siervo.

Y lector, tampoco perdamos de vista la misericordia distintiva del Señor, en éste y en todos los escritos sagrados e inspirados enviados a la Iglesia. Es a la Iglesia de Cristo, son enviados; no al mundo. Son para los santificados, como muestra la apertura de este Capítulo, no para los no santificados: para los llamados a ser santos, no para aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida. ¡Oh! por gracia aquí también, para ver la misericordia del Señor hacia su Iglesia.

¡Y lector! Permítanos que usted y yo, al repasar las diversas partes hermosas y reconfortantes de este dulce Capítulo, observemos la preciosidad de Jesús en todo, su Persona, oficios, relaciones y carácter para su pueblo; las benditas enseñanzas de Dios el Espíritu, al glorificar a Cristo Jesús a su vista; y la fidelidad de Dios el Padre, al llamar a su pueblo a la comunión de su Hijo, Jesucristo.

Y, ¡oh! por la dulce comunión y compañerismo con todas las Personas de la Deidad, en y por Cristo, en medio de toda la diversidad de formas y contiendas de las diversas Iglesias, como Corinto; nuestras almas pueden encontrarse descansando enteramente en Cristo. Y mientras la sabiduría carnal y el orgullo de los hombres del mundo consideran locura a Cristo y su cruz; podemos saber que el Señor Jesús es para nosotros, el poder de Dios y la sabiduría de Dios, para salvación a todo aquel que cree.

Tú a la verdad, oh Señor, en el caso de todos tus redimidos, escogiste al débil y al insensato, sí, lo vil, para confundir a los poderosos; pero la fuerza del Señor se manifiesta en la debilidad de las criaturas.Y te bendecimos, Dios nuestro, que como no tenemos nada y no somos nada en nosotros mismos, sí, peor que nada, en razón de la ignorancia, el pecado y la impiedad: Cristo. es hecho de Dios para nosotros, todo lo que necesitamos, para la gracia aquí y la gloria en el más allá. Cristo es nuestra sabiduría, justicia, santificación y redención: ¡y toda nuestra gloria está en el Señor!

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