REFLEXIONES

¡LECTOR! Busquemos la gracia, para que, como el amado Apóstol, oigamos por la fe la dulce voz que nos dice: Sube acá y, como él, estemos inmediatamente en el Espíritu cuando tengamos visiones y revelaciones del Señor.

¡Oh! ¡Señor el Espíritu Santo! ya que es tu bendito oficio glorificar al Señor Jesús; glorifícalo para siempre a la vista de tu pueblo, que siempre que alzas los ojos y el alma para mirar al trono; ¡Oh! para ver al Señor Jesús, como el arco iris que rodea el trono, y, como el arco de Dios el Padre, la señal eterna de la buena voluntad de Dios para el hombre. Sí, Padre Todopoderoso, contempla tu Iglesia en Él, por Él y por Él, como nuestra seguridad y porción eterna.

Y que tu Iglesia comience el Himno, y todos tus Ancianos y Hombres redimidos, sigan en un vasto cántico en el mismo, para celebrar las maravillas de tu gracia. ¿Y qué cántico será ese finalmente en el cielo, cuando todos los redimidos de toda nación, país y clima se reúnan delante de ti para cantar a la gloria del Señor por los siglos de los siglos?

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