Mas yo os digo, que no resistáis al mal; antes bien, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.

Mas yo os digo, que no resistáis al mal; pero a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. El propio comportamiento manso, pero digno de nuestro Señor, cuando es golpeado rudamente en la mejilla ( Juan 18:22 ), y no presenta literalmente al otro, es el mejor comentario sobre estas palabras. Es la disposición, después de una indignidad, a no invitar sino a someterse dócilmente a otra, sin represalias, lo que este fuerte lenguaje pretende transmitir.

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