Para probar que los hijos de Abraham son los hijos de la promesa, aduce el pasaje de la Escritura: "Vendré dentro de un año, y Sara tendrá un hijo". (Génesis xviii.) Este hijo prometido era Isaac, el verdadero hijo de la promesa de Dios y de la fe de Abraham; y no el hijo de la carne, porque Ismael era éste y también Isaac; pero fue concedido a las oraciones de Abraham, un hijo de la gracia y misericordia de Dios.

Todos los fieles, por tanto, de cualquier raza o nación que sean, son en este sentido hijos de Abraham, por ser elegidos gratuitamente por Dios y por la fidelidad en la que son imitadores de Abraham. (Calmet)

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad