al único sabio Dios, sea gloria por Jesucristo para siempre. Amén.

Está en total armonía con el rico contenido de la carta a los Romanos que Pablo la cierra con una doxología tan notable, una verdadera efusión de pensamientos resplandecientes, entretejidos con un hermoso elogio del Evangelio. Él da toda la gloria a Dios, a Aquel que puede hacer que los cristianos sean firmes y constantes en la fe y la vida santa. Dios establece, confirma a los creyentes en su fe según el Evangelio; eso es tanto la norma como el medio a través del cual Dios obra.

Este Evangelio, en cuanto a su contenido, no es más que la predicación de Jesucristo, que es Alfa y Omega, Principio y Fin de toda verdadera predicación evangélica. El Evangelio se describe además como un misterio, es decir, el secreto acerca de Cristo y la salvación en Cristo. Había estado oculto, mantenido en secreto, desconocido e indescubierto por la razón humana, desde la antigüedad, desde la eternidad.

El consejo de Dios para la redención de la humanidad se había escondido en Dios, Efesios 3:9 , y no se había dado a conocer en su plenitud y gloria durante varios milenios después de la creación del mundo. Pero ahora este misterio ha sido descubierto, dado a conocer, manifestado. Jesucristo ha cumplido el consejo de Dios para la salvación, la revelación ha sido encomendada a los apóstoles con el mandato de predicarla a todas las criaturas.

Y la predicación se hace a través de las Escrituras de los profetas, los apóstoles siempre refiriéndose a las promesas del Mesías y demostrando su cumplimiento en Cristo. A través de la predicación del Evangelio, los mismos escritos de los profetas se aclaran y se muestra que contienen gloriosas verdades del Evangelio. Y así, la obra del ministerio del Nuevo Testamento se está llevando a cabo según el mandamiento del Dios eterno, hacia la obediencia de la fe, para obrar esta obediencia en los corazones de los hombres, que él dio a conocer a todos los gentiles.

En resumen, el Evangelio, revelado en la predicación del Nuevo Testamento, debe servir para la salvación de todos los hombres. Y Dios, que obra la fe en Cristo Jesús a través del Evangelio, mediante esa misma predicación fortalecerá y confirmará a los creyentes en la fe hasta el fin. Por tanto, a Aquel que es el único sabio, que es la esencia de toda sabiduría, como lo muestra Su maravilloso plan para la salvación de todos los hombres, sea la gloria por los siglos de los siglos por Jesucristo, nuestro Salvador. ¡Gloria al Padre y al Hijo, iguales en poder, majestad y gloria por toda la eternidad! Amén.

Resumen

El apóstol envía saludos, tanto propios como de sus compañeros, inserta una advertencia contra los falsos maestros y concluye con una maravillosa doxología

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