1 Timoteo 4:10

I. Ya sea que tomemos las palabras, "el Dios vivo", en nuestro texto para aplicarlas a Cristo mismo, o al Padre actuando por Cristo, igualmente se afirma que Cristo es el Salvador de todos los hombres, que la salvación que Él obró es, en sí mismo, coextensivo con la raza del hombre. Lo que hizo, lo hizo por, o en lugar de, todos los hombres. Cristo, siendo el Divino Hijo de Dios, y habiendo llegado a ser el Hijo del Hombre, ya no era un hombre individual, limitado por las estrechas líneas y límites de Su propia personalidad, sino que era y es Dios manifestado en carne: un hombre sano y justo. Cabeza de toda nuestra naturaleza, así como Adán fue su primera y pecaminosa cabeza.

De ahí que, cualquier cosa que haga, tiene un significado tan grande. De ahí que, cuando cumpla la ley, su justicia sea aceptada como nuestra. De la obra vicaria y el sacrificio del Redentor, las consecuencias no solo son posibles, sino reales, fluyen para cada miembro de nuestra raza común, en virtud de esa membresía común, en virtud de su unión física con Cristo en su humanidad común. Si estas consecuencias serán para ellos una ventaja o una desventaja, una ganancia o una pérdida, debe depender, desde la constitución misma de nuestra naturaleza, tanto física como espiritual, de otras consideraciones que impliquen el ejercicio de sus propias facultades y capacidades espirituales. "Cristo es el Salvador de todos los hombres, especialmente de los que creen".

II. "Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo". Él es el Salvador de todos los hombres, en el sentido de que los incluyó a todos en esa naturaleza que tomó sobre sí, y cargó con el pecado de todo el mundo, y abrió un camino para todos hacia Dios. Él es especialmente el Salvador de los que creen, en el sentido de que sólo en el caso de ellos, Su salvación se vuelve actual y llega a su madurez y perfección; en ellos sólo habita Su Espíritu; sólo ellos son cambiados a Su imagen; sólo ellos estarán con Él y contemplarán Su gloria donde Él está y serán perfectamente como Él, viéndolo como Él es.

H. Alford, Quebec Chapel Sermons, vol. VIP. 108.

Referencias: 1 Timoteo 4:10 . RW Dale, Discursos sobre ocasiones especiales, p. 121; WCE Newbolt, Consejos de fe y práctica, p. 88; JT Stannard, Christian World Pulpit, vol. xi., pág. 136. 1 Timoteo 4:12 .

J. Thain Davidson, Sure to Succeed, pág. 207; R. Tuck, Christian World Pulpit, vol. v., pág. 224; Ibíd., Vol. xxxii., pág. 18. 1 Timoteo 4:13 . C. Babington, Púlpito de la Iglesia de Inglaterra, vol. viii., pág. 20; WG Horder, Christian World Pulpit, vol. xxi., pág. 107.

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