Mateo 4:5

I. Fue una obra maestra de Satanás llevar a Cristo al templo. Allí estaba el lugar que Dios más amaba en toda la tierra, que había cercado con el más especial y celoso cuidado. Había sido el escenario de la manifestación más gloriosa de Jehová. Y a causa de todo esto, Satanás llevó a nuestro Salvador allí. ¿Qué lugar tan orgulloso, de la tierra, sobre el que criar su trofeo?

II. El objeto de la segunda tentación fue una orgullosa y ambiciosa demostración de poder sobrenatural. Fue un acto de auto-engrandecimiento, hecho con una falsa confianza, por un bien aparente; y la palabra que resumiría el conjunto sería presunción. La presunción es la expectativa de un fin sin los medios, una esperanza infundada de una interposición divina, un abuso de un privilegio, un alejamiento de una ley general por un fin egoísta.

III. Al citar un verso del Salmo xci. Satanás hace lo que siempre hace; destruye la fuerza de la promesa haciéndola vaga. Y donde no hay precisión, nunca hay poder. Omitió las cuatro palabras "en todos tus caminos". La promesa es solo a tu manera.

IV. Es evidente que el tentador no tenía poder para arrojar a Cristo del templo ni para obligarlo a huir; pero él juega con su argumento, y luego dice: "Échate abajo". No hay pecado que no sea voluntario. Aquellos puntos donde el poder de hacer, o el poder de abstenerse, todavía vive son a veces muy pequeños. Pero son las crisis de la historia moral de todo hombre.

J. Vaughan, Sermones, serie 11, pág. 69.

Referencias: Mateo 4:5 . Spurgeon, Sermons, vol. xii., núm. 689; W. Landels, Christian World Pulpit, vol. iii., pág. 377; FW Farrar, Church Sermons, vol. ii., pág. 296; Revista homilética, vol. VIP. 151; HM Butler, Harrow Sermons, pág. 25; WH Hutchings, Mystery of the Temptation, pág. 141. Mateo 4:6 . Parker, Hidden Springs, pág. 361; T. Birkett Dover, Manual de Cuaresma, pág. 31.

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